El impacto de Caseros en Entre Ríos: Urquiza, poder regional y desafíos internos

La Batalla de Caseros no solo marcó el fin del rosismo, sino que consolidó el liderazgo de Urquiza en Entre Ríos, transformando a la provincia en un actor clave de la política nacional y abriendo nuevos horizontes económicos con la libre navegación de los ríos.
Pintura retrata la batalla de Caseros Foto: Ministerio de Cultura de la Nación

La Batalla de Caseros no solo marcó el fin del rosismo, sino que consolidó el liderazgo de Urquiza en Entre Ríos, transformando a la provincia en un actor clave de la política nacional y abriendo nuevos horizontes económicos con la libre navegación de los ríos.

La Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, no solo significó el fin del régimen de Juan Manuel de Rosas, sino también un antes y un después para Entre Ríos. La victoria de Justo José de Urquiza consolidó su poder y transformó a la provincia en un actor fundamental en la política argentina de la época.

A raíz del triunfo, Urquiza se posicionó como líder indiscutido, lo que le permitió establecer un nuevo orden político en la región. Su influencia se vio reflejada en su capacidad para promover la firma del Protocolo de Palermo, un acuerdo clave entre las provincias, que buscaba restablecer el orden interprovincial y llenar el vacío dejado por Rosas. Este pacto fortaleció la posición de Entre Ríos como pieza clave en el escenario nacional.

La batalla también abrió la puerta a un reclamo económico de larga data: la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Durante el período rosista, las restricciones a la navegación afectaron gravemente a la economía regional, pero la derrota de Rosas permitió que las demandas de Entre Ríos fueran atendidas, favoreciendo el comercio y el desarrollo de la región.

Con la caída de Rosas, las relaciones interprovinciales comenzaron a mejorar, y Entre Ríos asumió un papel preponderante en las dinámicas políticas del país. Urquiza se dedicó a fomentar la colaboración entre las provincias, un cambio importante que buscaba contrarrestar el centralismo porteño. Su liderazgo se consolidó aún más con el control de las relaciones exteriores, lo que consolidó a la provincia como un poder regional.

La Batalla

La batalla comenzó alrededor de las 9:00 AM y se extendió por unas seis horas. Urquiza, con su ejército compuesto por tropas de Entre Ríos, Brasil y Uruguay, adoptó una táctica ofensiva desde el principio. El campo de batalla estaba situado en la estancia de la familia Caseros, en las afueras de Buenos Aires.

A pesar de que las fuerzas rosistas contaban con un número similar de soldados, las tácticas de Urquiza resultaron decisivas. El ejército rosista, liderado por Rosas, fue incapaz de organizar una defensa efectiva, lo que permitió que Urquiza desbordara las líneas enemigas. Urquiza dividió a las fuerzas rosistas, primero atacando los flancos y luego concentrándose en el centro del ejército enemigo.

Urquiza empleó una táctica envolvente, donde las fuerzas de infantería brasileñas y uruguayas desempeñaron un papel esencial al tomar puntos estratégicos como el Palomar, clave en la defensa rosista. El ataque coordinado desde los flancos, junto con la presión constante sobre el centro, hizo que las líneas rosistas se desorganizaran rápidamente.

A medida que la batalla avanzaba, las tropas rosistas comenzaron a desbandarse. Los soldados se retiraron o fueron vencidos, y la resistencia final fue liderada por algunos regimientos y la artillería. Sin embargo, la falta de municiones y el avance de las fuerzas de Urquiza resultaron en el colapso total de la defensa rosista. La derrota fue inminente, y Rosas, ante la derrota aplastante, se vio obligado a renunciar y exiliarse en Inglaterra.

Fuente: El Once

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