El Papa se encomendó a la Virgen para que ponga fin a una «guerra insensata”

El papa Francisco consagró a Rusia y a Ucrania al Inmaculado Corazón de la virgen María, al bregar por el fin de una «guerra cruel e insensata que amenaza al mundo» desde el 24 de febrero pasado.

El Santo Padre encomendó a la humanidad y especialmente a ambas naciones en conflicto a la Virgen en el corolario de la Liturgia de la Penitencia en la Basílica de San Pedro, en la tarde de este viernes 25 de marzo, fiesta de la Anunciación.

La consagración se produjo hacia las 18:30 (hora de Roma), en tanto el Papa solicitó a todos los obispos y sacerdotes del mundo que se unan a él en esta oración.

Este gesto de parte de Francisco no se trata de una «fórmula mágica», sino de un acto espiritual que, según sus propias palabras, refleja «la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, entregándose totalmente a Ella», en referencia a la virgen María.

Según reportó el sitio informativo Vatican News, «haciendo alusión a las noticias e imágenes de muerte» que llegan desde Ucrania «en medio de la atroz guerra y las bombas que destruyen las vidas de tantas personas indefensas», el Sumo Pontífice reiteró que frente a estas «experiencias de miedo, impotencia y aflicción», los feligreses necesitan escuchar una voz que les diga: «No temas».

«Pero las seguridades humanas no son suficientes -añadió Francisco- resaltando que, en cambio, es necesaria la presencia de Dios, la certeza del perdón divino, el único que elimina el mal, desarma el rencor y devuelve la paz al corazón», agregó el mencionado sitio de internet.

En El Vaticano, el argentino Jorge Bergoglio sostuvo: «En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón Inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre».

«No se trata de una fórmula mágica, sino de un acto espiritual.

Es el gesto de la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, depositando en su corazón el miedo y el dolor, y entregándose totalmente a Ella», agregó.

El Papa concluyó afirmando que los labios de María pronunciaron la frase más bella que el ángel pudiera llevar a Dios: «Que se haga en mí lo que tú dices», acotó.

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